Modern Love
O cómo hacer del amor, tu historia favorita
Es de las series románticas más dulces que hay en streaming. Cada episodio te deja una reconfortante sensación. Esa que dicta que el amor puede tener finales felices, y que si no se fabrican, son razones ajenas a nosotros.
Son ocho episodios inspirados en la legendaria columna del mismo nombre de The New York Times, que hizo su arribo a la plataforma en 2019. Este año, los fans esperamos la segunda temporada, cuyo reparto ya anunció el mismo Amazon y donde vuelven a figurar megaestrellas del celuloide como Kit Harington, (Jon Snow en Juego de Tronos); Lucy Boynton (Mary, el amor de Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody); Anna Paquin (El Piano) y muchas más.
Fotos: Cortesía Laboratorios Black Velvet
Cada episodio parece el capítulo de una melodía en ascenso, pues siempre que terminas uno y comienzas otro, la serie tiende a mejorar.
Amor moderno, por su traducción al español, es mucho más que historias románticas en tiempos de internet, citas a ciegas, de la soledad que quiere sofocarse a punta de conversaciones con extraños del que solo vemos una foto, etc. Modern Love es el amor como siempre ha sido: inquietante, poderoso y capaz de desordenarnos los sentidos.
Mi episodio favorito es el último, con el que más lloré. No por tristeza, sino porque ese amor me abrumó.
Modern Love también son las edades del amor. Desde el torpe adolescente, pasando por el adulto que quiere sellar toda una vida junto al otro; hasta ese amor viejo, que como dice su protagonista es “diferente, pero también es igual,” porque esa pareja de la tercera edad hizo lo mismo que hace la gente joven; enamorarse, viajar, remodelar una casa…En fin. Modern Love es como dice la canción Love is all around. Y por lo mismo, todos los que participan en sus ocho historias, sobreviven a sus errores.
Apta para público meloso y cursi como yo, que se deja tocar, cuando vemos a nuestro protagonista quebrarse porque la vida no le dio esa primera cita, ó cantando victoria cuando el universo tendió a sus pies una oportunidad única, un milagro de amor, que es preciso atesorar.