El hombre del castillo
una ficción espeluznante
La serie ocurre en un mundo paralelo donde las fuerzas del eje han ganado la segunda guerra mundial. Pero, más allá de los pormenores argumentales, lo que resulta espléndido es podernos asomar a este cuadro pormenorizado del infierno en el que el hombre se hunde cuando lo tiranizan las ideologías bárbaras.
Fotos Amazon Prime Video
Salida de la imaginación espléndida de Phillipe K. Dick, el vanguardista escritor de la ciencia ficción que, en una corta vida alcanzó a crear bellos e inquietantes relatos , esta pieza distópica recrea los vida atribulada de los norteamericanos, suponiendo que Hitler y los Nazis hubiesen ganado la Segunda guerra mundial. Toda una pesadilla, en la que los protagonistas, la inteligente y hermosa Juliana, investigadora y miembro de la resistencia, y su novio Frank Frink, un judío que oculta sus raíces para no ser estigmatizado, sufren los predicamentos y las consecuencias de la monstruosa ideología, que ha plantado sus banderas en Washington, Nueva York, Boston y San Francisco.
En esas urbes, donde alguna vez existió la democracia, y en las que respiraron algunos de los legatarios de la libertad, ondea la esvástica y se cree ciegamente en el I Ching. La nación ha sido repartida entre alemanes y nipones, y como suele suceder en la amarga y atribulada historia, se desata una guerra fría entre esas dos potencias.
Ver El Hombre del Castillo es toda una experiencia, y la historia va adquiriendo, a medida que pasan los capítulos y se abren, como un abanico de muchos y muy atrayentes colores, las líneas argumentales (tiene cuatro temporadas de diez capítulos cada una), un cierto estremecimiento, al tocar fibras sensibles de la realidad estadounidense y mundial. El peligro de las tiranías que, a lo mejor, no fueron completamente vencidas y pueden respirar en la sombra, la incesante amenaza de la brutalidad y la estupidez encarnada por las dictaduras, y la llama de esperanza que siempre vuelve a surgir en medio de la oscuridad letal, son los leitmotiv que empujan la emotividad de la obra, que tiene, entre sus productores, nada menos que al mítico cineasta Ridley Scott.