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Más allá de Dahmer

Llega columnista a Te recreo: Dr Escrin (así a lo castellano) Nuestro inquieto televidente consumió con ojo crítico toda la serie, y esto opina de la producción y de la polémica alrededor. Hay que verla y descubre por qué.

Fotos Netflix, #dahmer

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Morbo, por supuesto. Dinero, obvio. Lugares comunes, verdades de Perogrullo que, en la guerra despiadada del streaming, es del día a día. Todo vale, todo cuenta. Guerra es guerra. Por eso, no es de extrañar que, por un lado, ‘Dhamer-Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer’ sea la mas vista de la historia de Netflix y, por otro, que se encuentre en el ojo del huracán por reabrir las heridas de los familiares de sus 17 víctimas o por pretender, sin tapujos y de manera muy gráfica, descifrar la mente del ‘Descuartizador o Caníbal de Milwaukee’. Bueno o, simple y llanamente, por usarlo como maquina de hacer dólares. La discusión no tendría fin.

No obstante, y como todo en la vida, nada es completamente bueno ni completamente malo. Y es el caso de esta serie. Mas allá de la polémica y de los billetes, es un muy buen producto audiovisual, argumental y hasta dramático. Los actores, empezando por Evan Peters, son maravillosos. El tipo, para no ir tan lejos, es escalofriante. Y lo digo luego de haber visto otras interpretaciones del mismo asesino, como la de Ross Lynch en Mi amigo Dhamer, por ejemplo, y de haber seguido a este actor en todos sus personajes de American Horror Story.

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Y ni hablar de Richard Jenkins, en el papel del padre del monstruo y quien, en la vida real, también cargó con el peso dramático de esta historia. O Niecy Nash, como la vecina de Dahmer, a quien la Policía jamás puso atención por el color de su piel.

Sin embargo, la salva de aplausos es para Ian Brennan y Ryan Murphy, dos viejos lobos de la TV gringa (NipTuck, American Horror Story) quienes entregan una historia mesurada, sin caer en las trampas del morbo, el gore o lo obsceno, ni mucho menos en el panfleto social o psicológico, aunque se esmeran por describir la infancia de Dahmer y cómo pudo haberse creado semejante engendro.

Claro, esta no es una historia fácil de digerir ni para todos los estómagos o paladares (valga la ironía respecto a quien asesinó, desmembró y devoró a varios hombres), pero tampoco es un bodrio descerebrado que solo cumple con el efectismo de lo violento y truculento.

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